Querida Jung Chang! (¿Es esta la forma correcta de saludarla?)
Yo espero
que reciba usted este mensaje y que lo lea. Me imagino lo ocupada que debe de
ser su vida y cuántas cartas y mensajes debe de recibir como la famosa
escritora que usted es.
Yo nací y
crecí en Ecuador, América del Sur y tuve una estrecha relación con la cultura
latina y con la europea, ya que mi padre fue alemán. Asia y la China eran para mí palabras
exóticas cuyo eco en mi pecho sonaba a regiones muy lejanas que no visitaría
nunca y sobre los que no tenía mayor interés.
En el 2009 decidí venir a vivir a Inglaterra y he conocido nuevos
autores que han enriquecido mi pasión por la literatura. He leído libros
escritos por autores asiáticos, y la impresión que he tenido es de que estuve
leyendo sobre otro mundo, nada relacionado conmigo. Esa era la manera en la que pensaba y sentía
antes de que su libro se cruzara en mi camino. El pasado diciembre, yo estaba visitando mi
país y una queridísima prima me regaló “Cisnes salvajes” traducido al español; junto
con el libro me llegó su opinión de que era un libro bellísimo. Me llevé el libro conmigo, agradecida por la
bendición del regalo y por la oportunidad de tener a mi lado un nuevo amigo al
que conocería en breve. Ahora, dos meses
después, lo he terminado. Desde la
primera página fui transportada a una región mágica, a un tiempo mágico. Me conmovió tanto la historia de su abuela y
de su madre desde las primeras líneas.
Me costaba convencerme que todo lo que su abuela vivió y enfrentó apenas
hubiera sucedido hace “apenas” cien años.
Fui capaz de sentir su dolor, de sufrir con usted con y su familia;
lloré por ustedes. Fui capaz de ver con
los ojos del alma la belleza de China. La historia china fue entendida
totalmente por mi cerebro y por mi corazón.
Ahora, China significa para mí más que una palabra; significa un lugar
que me pertenece de alguna manera; significa una región que conozco, que
respeto profundamente y que añoro mirar y conocer con mis propios ojos en el
futuro.
Leer para
mí significa tomar posesión de un lugar, de una vida, de un tiempo, de una
experiencia. Y con su libro yo tomé posesión de todo lo que la inmensidad de
China significa. Y esta es la razón por
la que le escribo: para agradecerle por darme la oportunidad de ser parte de su
vida, de su familia y de su país. ¡GRACIAS!
Falmer, 28
de febero de 2013
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