viernes, 28 de febrero de 2014

CARTA A JUNG CHANG

Querida Jung Chang!  (¿Es esta la forma correcta de saludarla?)

Yo espero que reciba usted este mensaje y que lo lea. Me imagino lo ocupada que debe de ser su vida y cuántas cartas y mensajes debe de recibir como la famosa escritora que usted es.

Yo nací y crecí en Ecuador, América del Sur y tuve una estrecha relación con la cultura latina y con la europea, ya que mi padre fue alemán.  Asia y la China eran para mí palabras exóticas cuyo eco en mi pecho sonaba a regiones muy lejanas que no visitaría nunca y sobre los que no tenía mayor interés.  En el 2009 decidí venir a vivir a Inglaterra y he conocido nuevos autores que han enriquecido mi pasión por la literatura. He leído libros escritos por autores asiáticos, y la impresión que he tenido es de que estuve leyendo sobre otro mundo, nada relacionado conmigo.  Esa era la manera en la que pensaba y sentía antes de que su libro se cruzara en mi camino.  El pasado diciembre, yo estaba visitando mi país y una queridísima prima me regaló “Cisnes salvajes” traducido al español; junto con el libro me llegó su opinión de que era un libro bellísimo.  Me llevé el libro conmigo, agradecida por la bendición del regalo y por la oportunidad de tener a mi lado un nuevo amigo al que conocería en breve.  Ahora, dos meses después, lo he terminado.  Desde la primera página fui transportada a una región mágica, a un tiempo mágico.  Me conmovió tanto la historia de su abuela y de su madre desde las primeras líneas.  Me costaba convencerme que todo lo que su abuela vivió y enfrentó apenas hubiera sucedido hace “apenas” cien años.  Fui capaz de sentir su dolor, de sufrir con usted con y su familia; lloré por ustedes.  Fui capaz de ver con los ojos del alma la belleza de China. La historia china fue entendida totalmente por mi cerebro y por mi corazón.  Ahora, China significa para mí más que una palabra; significa un lugar que me pertenece de alguna manera; significa una región que conozco, que respeto profundamente y que añoro mirar y conocer con mis propios ojos en el futuro.

Leer para mí significa tomar posesión de un lugar, de una vida, de un tiempo, de una experiencia. Y con su libro yo tomé posesión de todo lo que la inmensidad de China significa.  Y esta es la razón por la que le escribo: para agradecerle por darme la oportunidad de ser parte de su vida, de su familia y de su país. ¡GRACIAS!


Falmer, 28 de febero de 2013

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